viernes, 5 de septiembre de 2008

CAPÍTULO 3: El profesor Moody

Cuando los primeros rayos de sol atravesaron la ventana que daba directamente a la cama de la bruja, Divinity se encogió en su cama unos instantes mientras apretaba los ojitos. Estaba tan a gusto allí metida… Pero era el primer día de clase y no podía faltar. Se desperezó, estirándose cual felino en su cama y se incorporó con tranquilidad, abriendo las cortinas que rodeaban su cama para poder levantarse y vestirse antes de bajar. La mayoría de sus compañeras ya estaban en la Sala Común hablando sobre lo mucho que habían disfrutado en sus vacaciones, lo que le dio un respiro a la muchacha y pudo vestirse con tranquilidad.

Una vez se terminó de vestir, se colocó alrededor del cuello sin abrochar la corbata, se echó la mochila con los libros a la espalda y fue a mirar el horario. Pociones, Herbología y doble hora de Cuidado de Criaturas mágicas. Suspiró largamente y caminó, pasando por entre la gente, hacia la salida de la Sala Común, donde Tonks, uno de sus compañeros, hablaba con un grupito de niñas que le alababan como si se tratara de algún dios todopoderoso. Divi puso los ojos en blanco y, antes de que el muchacho pudiera decirle nada, pasó a través de la puerta y salió a las Mazmorras, dirigiéndose con total tranquilidad al Gran Comedor para desayunar. Tenía ganas de que pasaran las dos primeras horas para poder acudir a su clase de Criaturas Mágicas, su asignatura predilecta.

Nada más traspasar las puertas del Gran Comedor, vio ya sentados en sus sitios a Fred, George y Lee, que hablaban en susurros de manera confidencial. Sonrió levemente y se abrazó a George por la espalda, apoyando la barbilla sobre su hombro.

-¿De qué habláis que parecéis un grupo de mafiosos planeando un asesinato?- preguntó entre risas la muchacha mientras los tres amigos se giraban hacia ella.

-Pues verás- comenzó a decir Fred.

-Queremos buscar una forma de poder entrar en el torneo- continuó George.

-Pese a no tener la edad requerida- finalizó Fred asintiendo firmemente, como si estuviera diciendo algún tipo de gran verdad.

-¿Queréis engañar a Dumbledore y al Ministerio solo por un Torneo? Vais listos si creéis que podéis hacerlo- rió la muchacha mientras le quitaba de la mano un bollo a medio comer a Lee y se lo metía en la boca. El chico se miró la mano un momento y luego sonrió, mirando a Divinity.

-Bueno, pero si conseguimos algo que sea tan tonto que nadie se lo esperara, quizá les engañaríamos ¿No crees?- preguntó Lee mientras cogía otro bollo de una gran cesta.

-Pues no lo sé, chicos, pero yo de momento me voy a ir a desayunar a mi mesa, que tengo Pociones a primera hora y no quiero que el profesor Snape me castigue con él una semana- puso los ojos en blanco y rió un instante.

-Bueno muñeca, entonces nos vemos después, a la hora de la comida- dijo Lee sonriendo ampliamente. La muchacha asintió y besó la mejilla de George, soltándole para irse tranquilamente a su mesa mientras éste se llevaba la mano al lugar donde su prima le había besado.

Divi se sentó con mucha tranquilidad en su sitio, echándose un poco de leche en una jarra y cogiendo un par de bollos de nata. Comió rápidamente mientras miraba de reojo a la mesa de los profesores, cerciorándose de que el profesor Snape aún no se había levantado de su sitio. Terminó de desayunar y, aún con la boca llena, salió corriendo del Comedor hacia las mazmorras antes que el resto de sus compañeros. No soportaba a la mayoría de los alumnos de su casa; todos ellos estaban demasiado obsesionados con la pureza de sangre y el odio a los nacidos de muggle, pero ella, sin embargo, creía que todas aquellas creencias solo llevaban a aumentar el odio y la tensión entre los propios compañeros de escuela. Odiaba Slytherin, lo que estar allí conllevaba, lo que tenía que soportar cuando oía sucios comentarios que aludían a los Weasley y no poder meterse en medio por miedo a una dura reprimenda del profesor Snape.

Al llegar a las mazmorras, caminó con paso decidido hasta la puerta de la clase de Pociones, que aún permanecía cerrada al no haber ningún alumno más por la zona. Alargó una mano hacia el pomo y lo giró, abriendo la estancia, de la que emanaba un espeso aroma cargante donde se entremezclaban los productos de limpieza de Filch, el olor a cerrado y los distintos aromas de algunas de las plantas que se utilizaban para la realización de pociones. Una mueca de repugnancia cruzó el rostro de Divi al olerlo, provocando que su estómago se removiera inquieto, amenazando con que, como el olor se identificase, su desayuno no llegaría a aportarle los nutrientes necesarios y se uniría a los ingredientes para las pociones. Caminó unos cuantos pasos hasta colocarse en uno de los calderos, dejando la mochila a la izquierda del mismo y tomando asiento en una de las banquetas, observando todo a su alrededor. El aula era una enorme estancia rectangular, de frías paredes de piedra flanqueadas de estanterías con animales disecados flotando en extraños y diferentes líquidos dentro de frascos, presidida por la mesa del profesor que siempre estaba repleta de libros, botecitos de cristal vacíos y pergaminos garabateados. Frente a la mesa, veinte pupitres de madera con balanzas de latón, botes de ingredientes y calderos adyacentes, cubrían el amplio espacio que se abría desde la mesa de Snape hasta la puerta, mientras que en los cuatro rincones del aula, cuatro pilas de piedra servían como lavadero de manos gracias a los chorros de agua que manaban de la cabeza de una enorme y llamativa gárgola.

Pronto el murmullo de la llegada de los alumnos inundó la estancia, murmullo que pocos minutos después, se había convertido en un estruendoso jaleo de alumnos hablando y riendo. En uno de los grupos, destacaba Nucumna Tonks, una de las personas a las que más detestaba Divinity, no por el hecho de que fuera popular entre las chicas, sino porque jamás había tenido una palabra amable con ella desde el día en el que sus caminos se cruzaron en Slytherin. Tonks era un chico muy guapo, de esos que, cuando pasan por delante de un grupo de jovencitas, todas se giran para mirarle y grabar su imagen a fuego en su mente con el fin de fantasear con que su príncipe azul llegara a ser tan atractivo como él. Su cabello castaño siempre estaba enmarañado de forma que le daba un aspecto pícaro y seductor pese a tener tan solo 15 años, y sus ojos, del color de la noche, brillaban de manera casi lasciva cuando alguna muchachita se cruzaba en su camino. Pero cuando esa mirada se cruzó con la de la rubia, pasó de la picardía a la ironía en tan solo unos segundos. Ella, al captar su mirada, puso los ojos en blanco y miró hacia el frente, balanceando la pierna que tenía alzada de mala manera, deseando que Snape entrara en clase para evitar un conflicto verbal con el mago. Y pareció que las súplicas de la bruja dieron resultado, porque en el mismo momento en el que Tonks se despedía de las muchachitas que iban detrás de él para ir a entablar una animada discusión con Divi, la puerta de la mazmorra se cerró de golpe y los alumnos corrieron a sentarse en sus respectivos lugares antes de darle tiempo a Snape de que les gritara y les castigara durante una semana entera después de la cena.

-No quiero ni una sola palabra en mi clase. Les aseguro que al mínimo sonido les rebajaré puntos y se quedarán una semana entera castigados en mi despacho. ¿Alguien sería tan amable de responderme, si es que lo saben, claro, para qué se utiliza la poción envejecedora?- Divinity iba a levantar la mano para contestar, pero Nucumna se le adelantó y Snape consiguió verlo antes de que ella pudiera hacer nada –Señor Tonks, ilustre a la clase- Nucumna se levantó mirando burlón a la muchacha y carraspeó, mirando al frente.

-La poción envejecedora es una sustancia creada a partir de ciertos componentes orgánicos que envejece a la persona que la bebe. Cuanta más cantidad se ingiera, más se envejecerá- concluyó el muchacho tomando asiento de nuevo en su sitio.

-Bien, cinco puntos para Slytherin- apuntó orgulloso Snape mientras miraba de manera altiva a los alumnos de Gryffindor, que compartían pociones con ellos. Sacó la varita del interior de su túnica tranquilamente y caminó hacia la pizarra, carraspeando ligeramente –Las instrucciones- hizo una grácil floritura con la varita y, sin decir palabra alguna, las instrucciones aparecieron escritas en la pizarra –las tienen ahí. Tienen 40 minutos para hacerla. Al finalizar la clase quiero una botellita etiquetada por alumno- comenzó a pasearse alrededor de los muchachos, que ya buscaban sus cosas mientras murmuraban por lo bajo. Cuando llegó a la mesa de dos alumnas de Gryffindor que cotilleaban por lo bajo, dio un fuerte golpe en la mesa y las miró fijamente, con severidad –Y no quiero ni una sola palabra- murmuró.

La clase pasó bastante rápida para haber sido de pociones, y cuando menos se lo esperaba, ya estaba en los invernaderos con la profesora Sprout estrujando bobotubérculos para extraer su jugo y poder realizar pociones para evitar la salida del acné. Pero esa clase tampoco se le hizo demasiado larga, pues tenía la cabeza ocupada en otros asuntos más importantes, pues ya tenía en mente alguna travesurilla que compartir con sus primos para que ellos, como siempre, pudieran modificarla y hacerla muchísimo más divertida. Así que, cuando acabó la clase de herbología, salió corriendo hacia el Gran Comedor Ya sólo le quedaba dar doble hora de Cuidado de Criaturas mágicas y podría tener tiempo para descansar con sus primos y con Lee antes de irse a la cama. Lo cierto es que siempre le costaba unos días adaptarse a la rutina de la escuela, pero enseguida pasarían los días con rapidez y, cuando menos lo esperara, estaría en La Madriguera con sus padres y sus tíos celebrando la Navidad. Aún podía recordar cómo se tenían que sentar todos alrededor de la pequeña mesa de la cocina debido al poco espacio que poseía la casa; cómo allí, junto a los Weasley, se respiraba un ambiente familiar del que pocas ganas había de salir… era un lugar magnífico, acogedor y, sobretodo, lleno de alegría y amor. Suspiró largamente sentándose en su sitio, dejando la mochila al lado mientras se echaba un poco de comida en el plato, pensativa. A su alrededor todo eran gritos, risas y bromas mientras Divi ni siquiera prestaba atención, Pero de repente, algo la hizo volver en sí. Delante de su plato, acababa de aterrizar Yanis, su lechuza, con el diario El Profeta en el pico, tendiéndoselo mientras ladeaba la cabeza inocente, como esperando, además, unos cuantos mimos por parte de su dueña. Divinity cogió el periódico con cuidado y empezó a acariciar la cabeza de su mascota, que agachaba la cabeza mimosamente, entrecerrando sus enormes ojos. Empezó a pasar las hojas del periódico con desgana, leyendo solo los titulares por si veía algo que la interesaba, hasta que dio con una noticia que la hizo abrir los ojos desmesuradamente y comenzar a leer con avidez.

MÁS ERRORES EN EL MINISTERIO DE MAGIA

Parece que los problemas del Ministerio de Magia no se acaban, escribe Rita Skeeter, nuestra enviada especial. Muy cuestionados últimamente por la falta de seguridad evidenciada en los Mundiales de quidditch, y aún incapaces de explicar la desaparición de una de sus brujas, los funcionarios del Ministerio se vieron inmersos ayer en otra situación embarazosa a causa de la actuación de Arnold Weasley, del Departamento Contra el Uso Incorrecto de los Objetos Muggles.

Arnold Weasley, que hace dos años fue castigado por la posesión de un coche volador, se vio ayer envuelto en una pelea con varios guardadores de la ley muggles (llamados «policías») a propósito de ciertos contenedores de basura muy agresivos. Parece que el señor Weasley acudió raudo en ayuda de Ojoloco Moody, el anciano ex auror que abandonó el Ministerio cuando dejó de distinguir entre un apretón de manos y un intento de asesinato. No es extraño que, habiéndose personado en la muy protegida casa del señor Moody, el señor Weasley hallara que su dueño, una vez más, había hecho saltar una falsa alarma. El señor Weasley no tuvo otro remedio que modificar varias memorias antes de escapar de la policía, pero rehusó explicar a El Profeta por qué había comprometido al Ministerio en un incidente tan poco digno y con tantas posibilidades de resultar muy embarazoso.

Divinity se llevó la mano a la frente y suspiró… Su tío parecía haberse metido en un buen lío y sabía que eso no era nada bueno para los suyos. Su tío Arthur era una persona excepcional, un gran trabajador y amante de los muggle, pero parecía que últimamente las cosas iban poniéndose en su contra ¿Por qué? No lo sabía, pero pensaba que había demasiada gente que influía en el Ministerio desde fuera y que podía querer a Arthur Weasley alejado de allí.

-¿Pensando en cómo quedar por encima de mí, Prewett?- preguntó una voz masculina detrás de la bruja. La muchacha puso los ojos en blanco al oírle, reconocería esa voz en cualquier lugar.

-Tonks ¿Por qué no cierras el pico antes de que mis cinco amigos lo hagan por ti? Eres un gilipollas y un pesado- dijo la muchacha mientras guardaba tranquilamente el periódico en la mochila, levantándose tras coge una manzana para el camino.

-Siempre huyendo, Prewett ¿Por qué no aceptas tu derrota y reconoces que estás loca por mí?-preguntó maliciosamente el muchacho.

-Porque no me pagan por soportar a payasos como tú, Tonks- se giró hacia él y sonrió burlona -. Y en todo caso, eres tú el que está loco por mí.; hace años que te gustaría optar a tener entre tus brazos algo mejor que todas esas alumnillas de tres al cuarto que hay en Slyherin… pero siendo tú otra víbora… ¿Qué esperas? Aunque bueno…- le colocó la mano en el hombro, mirándole fijamente, de manera burlona -, soñar es gratis- le guiñó el ojo, sonriendo encantadoramente, y se giró, comenzando a caminar hacia la salida de Comedor para acudir a su clase de Cuidado de Criaturas mágicas al lado de la cabaña de Hagrid.

Una vez fuera, esperó a que el resto de sus compañeros se le unieran y a que llegara Hagrid, el profesor, para comenzar la clase. Nada más ver llegar al profesor, sonrió ampliamente al reconocer el animal que llevaba en el brazo: un fénix. Divinity adoraba la mayoría de los animales que tenían la capacidad de volar, y los fénix le parecían no solo hermosos, sino también fascinantes.

-¡Buenos días y bienvenidos a Cuidado de Criaturas mágicas de quinto curso!- exclamó Hagrid alegremente mientras se colocaba delante de la clase, con el animal posado sobre su enorme brazo, atusándose su precioso plumaje carmesí con su pico -¿Quién puede decirme qué animal tengo sobre mi brazo?- preguntó animadamente, lo que provocó que, por primera vez, Divi saltara como un resorte y alzara la mano -¿Sí, señorita Prewett?

-Un fénix, profesor- contestó firmemente mientras mantenía la mirada fija en el imponente animal. Lo cierto es que no era la primera vez que veía uno, ya que Albert, su padre, se había conseguido uno años atrás, cuando la niña había perdido a su tía, y le habían llamado Diamante, por lo que la bruja no estaba desacostumbrada a su presencia, sino más bien habituada a convivir con él.

-Muy bien, cinco puntos para Slytherin- sonrió Hagrid mientras posaba al fénix sobre una rama y se colocaba él a su lado -. El fénix anida en la cima de las montañas y se encuentra en Egipto, la India y China. El fénix puede llegar a vivir muchísimo tiempo, ya que se regenera: estalla en llamas cuando su cuerpo comienza a decaer y resurge de las cenizas como un polluelo. El fénix es una criatura amable, de la que nunca se ha sabido que matara, y sólo come plantas. Puede desaparecer y aparecer a voluntad. El canto del fénix es mágico: tiene fama de aumentar el valor de los puros de corazón y de infundir temor en el de los impuros. Sus lágrimas tienen grandes propiedades curativas- explicó Hagrid mientras los alumnos iban tomando notas en los pergaminos, apoyándose en los troncos o en las espaldas de otros compañeros -. Bien, ahora quiero que cojáis un soporte y por parejas hagáis un dibujo esquemático de un fénix señalando cada parte y sus características. Lo quiero para el próximo día, así que ya podéis empezar- los alumnos se pusieron por parejas, quedando, como siempre, Divinity descolgada, ya que de la casa de Gryffindor no conocía a nadie de su curso y con los de Slytherin no se llevaba precisamente bien. Se sentó apartada de todos, sobre el tronco partido de un árbol, y comenzó a realizar su dibujo tras cruzarse de piernas, visualizando a su queridísima Diamante en su cabeza.

No tardó mucho en tener clara la forma de su mascota, por lo que abrió los violáceos ojillos, posando la mirada sobre su pergamino, y comenzó a hacer el boceto sobre él. Lo cierto es que, pese a explotar poco esa cualidad, Divinity tenía muy buena mano para el dibujo, quizá porque de pequeña dibujaba mucho con su madre o quizá por herencia familiar. Pero de repente algo la hizo levantar la vista de su boceto unos cuantos metros hasta dar con la bonachona sonrisa de Hagrid, que la miraba fijamente.

-Qué sola estás Divi- susurró confidencialmente, agachándose como si observara su trabajo. Desde que Lupin había estado allí trabajando, la muchacha había aprendido a abrirse un poco más con los profesores, sobretodo con Hagrid gracias a que compartían el mismo amor por los animales.

-Sí, profesor- contestó tranquilamente -. Como Ytzria no está conmigo en esta clase, prefiero hacer el trabajo sola. Además, me encantan los fénix, así que no necesito ayuda- le dedicó una fugaz media sonrisa que hizo que la sonrisa de Hagrid se ensanchara.

-¿Te gustan los animales con plumas?- rió amablemente mientras daba un par de toquecitos sobre el dibujo, como si realmente estuviera hablando sobre el boceto.

-Más bien todos aquellos que son capaces de volar- sonrió la muchacha, encogiéndose de hombros -. Los fénix, las lechuzas, los dragones,…- Hagrid se echó a reír y le dio una palmadita en la cabeza que casi la tira hacia atrás.

-Muy buenos gustos sobre animales, sí señor, podrías ser una gran experta en ellos- dijo el profesor mientras asentía, girándose a continuación para proseguir con su paseo entre las parejas de alumnos que se esmeraban en terminar pronto la tarea para estar libres después de cenar.

Cuando terminó la clase, Divinity metió las cosas en su mochila y salió corriendo hacia el Gran Comedor, pasando de largo de la mesa de Slytherin y corriendo hacia la de Gryffindor, que se encontraba al final del Gran Comedor, abrazándose al cuello de Lee nada más llegar, resoplando largamente.

-¿Qué tal el primer día, chicos?- preguntó sonriendo de medio lado mientras Fred y George alzaban la mirada para observarla, sonriendo ampliamente.

-Aburrido- dijo Fred.

-Monótono- continuó George.

-Resumiendo un día de clase- concluyó riendo Lee mientras echaba hacia atrás para mirar a la bruja, que le sonrió de medio lado y besó su frente.

-Sois unos quejicas- dijo sacándoles la lengua -. Bueno, solo vine para veros un momento, voy a cenar y luego nos vemos- los tres asintieron, alzando la mano para despedirse mientras Divi soltaba a Lee y caminaba ahora con tranquilidad hacia su mesa, tomando asiento en una esquina, como hacía siempre, sirviéndose la cena mientras su mente empezaba a maquinar con rapidez: tenía que terminar la redacción de pociones y el boceto de Cuidado de Criaturas mágicas antes de irse a la cama. Observó a su alrededor mientras tanto y algo llamó su atención: Draco y sus dos secuaces, Crabbe y Goyle, se levantaron entre risas con algo doblado en la mano. Divinity enarcó un instante las cejas y se apresuró a terminar la cena: esa risa y ese brillo en los ojos de Malfoy no le auguraban nada bueno.

En cuanto terminó de cenar, se levantó presurosa y se dirigió hacia la salida, observando como, a pocos metros, se encontraban Draco Malfoy y sus compañeros frente a Ron y Harry, su mejor amigo. Ron permanecía con los puños cerrados mientras Harry le sujetaba y Draco se reía socarronamente, zarandeando algo entre sus manos.

- Una foto de tus padres a la puerta de su casa... ¡bueno, si esto se puede llamar casa! Tu madre tendría que perder un poco de peso, ¿no crees?- dijo maliciosamente mientras observaba a Ron, que temblaba furiosamente. Divi, al oír aquel comentario, se apresuró a lanzarse hacia Malfoy, pero antes de poder dar un solo paso, alguien la agarró de la cintura, alzándola para que no fuera.

-¡No, no, muñeca!- exclamó Lee mientras la agarraba con fuerza –No te metas en líos- pero Divinity no aguantaba las palabras de Malfoy. Escuchó que Harry le contestaba algo, pero Draco no dejaba de sonreír, volviendo a alzar la voz.

-¡Ah, Potter! Tú has pasado el verano con ellos, ¿verdad? Dime, ¿su madre tiene al natural ese aspecto de cerdito, o es sólo la foto?- ese comentario hizo que la muchacha temblara de rabia mas fuertemente y empezara a dar patadas al aire mientras Lee la sujetaba y la alzaba, intentando detenerla.

-¡Yo lo mato! ¡Te juro por Merlín que esta noche va a cenar babosas!- exclamaba firmemente. De repente, todo pasó demasiado rápido, dos fuertes pisotones y un grito desgarrador hicieron que la rubia se detuviera y observara la escena. En el lugar donde se encontraba antes Draco Malfoy, había un albino hurón que daba vueltas sobre sí mismo mientras el profesor Moody se colocaba delante de Potter, mirándolo fijamente.

—¿Te ha dado? —gruñó Moody. Tenía una voz baja y grave, casi aterradora.

—No —respondió Harry—, sólo me ha rozado.

—¡DÉJALO! —gritó Moody.

—¿Que deje... qué? —preguntó Harry, desconcertado.

—No te lo digo a ti... ¡se lo digo a él! —gruñó Moody, señalando con el pulgar, por encima del hombro, a Crabbe, que se había quedado paralizado a punto de coger el hurón blanco. Entonces el profesor Moody se acercó cojeando a Crabbe, Goyle y el hurón, que dio un chillido de terror y salió corriendo hacia las mazmorras mientras Lee y Divinity aguantaban una carcajada ante semejante espectáculo —¡Me parece que no vas a ir a ningún lado! —gritó volviendo a apuntar al hurón con la varita, el cual se elevó unos cuantos metros en el aire, cayendo a continuación y botando nuevamente hacia arriba como una pelota. Mientras Moody le regañaba, los alumnos que se amontonaban alrededor reían a carcajadas, entre ellos Divi y Lee, el cual incluso se quitaba alguna lágrima de los ojos ante tanta risa. Pero la diversión se terminó cuando la voz de la profesora McGonagall se elevó por encima de todos los alumnos.

—¡Profesor Moody!— exclamó mientras bajaba por la escalinata de mármol, cargada de libros.

—Hola, profesora McGonagall —respondió el profesor Moody con toda tranquilidad, haciendo botar aún más alto al hurón, que no cesaba de chillar lastimeramente ante el severo castigo.

—¿Qué... qué está usted haciendo? —preguntó la profesora McGonagall, siguiendo con los ojos la trayectoria aérea del hurón.

—Enseñar —explicó Moody.

—Ens... Moody, ¿eso es un alumno? —gritó la profesora McGonagall al tiempo que dejaba caer todos los libros al suelo, lo que provocó que varios alumnos se sobresaltaran.

—Sí —contestó Moody.

—¡No! —vociferó la profesora McGonagall, bajando a toda prisa la escalera y sacando la varita. Al momento siguiente reapareció Malfoy con un ruido seco, hecho un ovillo en el suelo con el pelo lacio y rubio caído sobre la cara, que en ese momento tenía un color rosa muy vivo. Haciendo un gesto de dolor, se puso en pie —¡Moody, nosotros jamás usamos la transformación como castigo! —dijo con voz débil la profesora McGonagall—. Supongo que el profesor Dumbledore se lo ha explicado.

—Puede que lo haya mencionado, sí —respondió Moody, rascándose la barbilla muy tranquilo—, pero pensé que un buen susto...

—¡Lo que hacemos es dejarlos sin salir, Moody! ¡O hablamos con el jefe de la casa a la que pertenece el infractor...!

—Entonces haré eso —contestó Moody, mirando a Malfoy con desagrado. Divinity y Lee les dejaron allí discutiendo con Malfoy, que amenazaba una y otra vez con avisar a su padre, corriendo hacia el comedor para contarle a los gemelos lo sucedido. Cinco minutos después, toda la escuela conocía el incidente y Fred, George y Lee no paraban de escenificar burlonamente la escena entre carcajadas. Desde luego, eso fue lo más divertido de la jornada y cuando la muchacha se marchó de nuevo a la cama, lo hizo aún con una amplia sonrisa en los labios al recordar las risas con sus compañeros de andanzas.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Soy yo o Divi y Lee van pa parejita? xD siguelo que ya tengo ganas del 4!!