viernes, 3 de octubre de 2008

CAPÍTULO 7: Conversaciones en la Penumbra

Mientras que Marcus estaba en la enfermería, Divinity se pasaba a diario a verle y a llevarle algo de comida, aunque fuera una manzana. No hablaban mucho, porque tampoco ella quería incomodarle, pero al menos se hacían compañía. Gracias a él, pudo sentirse agradecida por estar en Slytherin, ya que al fin y al cabo había tenido la oportunidad de entrar en Hogwarts, algo que a él le habían negado por completo.

La mañana de la primera prueba, antes de ir a buscar a sus primos, decidió pasarse por la enfermería a ver cómo evolucionaba Marcus. Al llegar a la puerta, escuchó voces dentro. Había otro chico con él, posiblemente algún amigo, así que decidió quedarse allí, a la espera, mirando hacia el interior del lugar.

-¡Ey Fred!- exclamó George, dándole un codazo a su hermano mientras se dirigían hacia la salida del Castillo. Ambos gemelos se habían abrigado bien para la prueba y ambos llevaban una enorme caja de madera, preciosamente decorada con dos grandes ”W” entrelazadas, entre las manos -¿No es aquella Divi?- preguntó, señalando hacia delante, donde la rubia seguía mirando hacia el interior de la enfermería.

-¡Ostras, es verdad!- exclamó, girándose hacia allí, mirando hacia la chica y luego hacia su hermano -¿Estará enferma o…?- pero antes de poder completar la frase, George ya corría hacia ella, rápidamente, por lo que Fred tuvo que seguirle, emitiendo un largo y cansado suspiro.

-¿Qué te pasa? ¿Estás mala?- preguntó George de carrerilla tras cogerla de la muñeca y tirar con cuidado para girar a su prima hacia él, enarcando ambas cejas –No tienes muy buena cara- añadió.

-Hola George, hola Fred- saludó, enarcando ambas cejas, mirando a uno y después a otro –. Pues no, no estoy mala ¿Por qué?

-Pues tienes una cara que…- comenzó a decir Fred, pero se cortó a sí mismo cuando su prima le lanzó una mirada de soslayo. No sería la primera vez que la rubia le grita.

-Además, te hemos visto venir a la enfermería varias veces ya. Vamos, niña, deja que te ayudemos ¿eh?- sonrió el pelirrojo, con una amplia y pilla sonrisa en sus labios, mirando hacia su gemelo –Fred, cógela de la otra mano y llevémosla dentro.

-Que no estoy mala, pesados- se quejó la rubia, soltándose de su primo con un resoplido -. Solo vine a ver a alguien.

-¿Hay algún Weasley malo y no nos hemos enterado?- preguntó George.

-¿O quizá le ha vuelto a pasar algo a Ytzria?- añadió su hermano, dando un par de pasitos hacia un lateral, intentando ver a quién podría estar allí para que su prima tuviera tanto interés en ir. Además, empezaba a preocuparse por si esa persona era Ytzria.

-Que no, pesados. Ron y Ginny están bien, les vi hace un rato. E Ytzria seguro que está buscándoos como loca.

-¿Nuestra Divinity viendo a alguien en la enfermería? ¿Alguien que no es un Weasley o Ytzria?- preguntó George, enarcando ambas cejas, cogiéndola de nuevo –Fred, a la enfermería que va.

-¡Pero qué pesados! George, que no, que estoy viendo a una persona- resopló Divi, cruzándose de brazos ligeramente, apoyándose contra el marco de la puerta mientras los miraba.

-¡Pero si serías capaz de ir al entierro de Tonos en vaqueros!- exclamó Fred.

-Porque no me cae bien, es un gilipollas- resopló Divi, negando suavemente -. A ver, el chico de ahí dentro es de Dumstrang y me cae bien… Es un poco callado pero no es mala gente.

-¿Tú estás bien de verdad?- preguntó George, fingiéndose escandalizado -¡Si es un témpano con patas!

-Ya estamos… a ver chicos, hagamos una cosa. Yo entro a verle mientras vosotros me guardáis sitio en las gradas para la prueba ¿De acuerdo?

-Vamos, George, que ya no nos quiere- dijo Fred, haciéndose el ofendido, antes de echarse a reír y alargar la mano para despeinar a su prima -. Anda, ve a ver a ese tío y luego vente ¿eh?

-Nosotros aprovecharemos para hacer negocios con apuestas- rió George, frotándose maliciosamente las manos, frunciendo graciosamente el ceño con una expresión de lo más pícara en el rostro.

-Anda, largo antes de que os diga nada- dijo la muchacha, sacándoles la lengua, observando luego cómo los gemelos se alejaban entre risas, hablando entre sí. En el fondo se sentía bien cuando los gemelos se preocupaban por su salud, se sentía querida y aquella sensación era más que reconfortante.

-Buenos días- de repente, la voz de Marcus la sobresaltó, haciendo que diera un bote. Estaba a punto incluso de darse la vuelta para arrearle un buen puñetazo, pero gracias a Merlín, se dio cuenta a tiempo de quién era.

-¡Qué susto, joder!- exclamó la chica, llevándose la mano al pecho –Vaya, buenos días. Tienes muy buen aspecto esta mañana- Marcus asintió suavemente. Se había vestido ya con el uniforme de su escuela y tenía muchísimo mejor aspecto que los días anteriores; hasta podría decirse que sus ojos desprendían menos tristeza -. Iba a entrar a verte antes de ir a la prueba, pero… bueno, ya que sales… ¿Quieres que vayamos a verla? Creo que va a estar bastante interesante.

-Sí. La verdad es que me vendría bien estirar un poco las piernas- asintió ligeramente, recolocándose las pieles por encima de sus hombros. Divi sonrió y, tranquilamente, sacó de entre sus mangas un bollo de chocolate, tendiéndoselo.

-Te traje uno. Como me dijiste que te gustaban…- arrugó la naricilla mientras el muchacho cogía el bollo con cuidado, asintiendo, llevándoselo a los labios para darle un mordisco mientras ambos caminaban hacia la salida del Castillo.

-¿Ya hay mucha gente?- preguntó tras unos instantes de silencio, con los ojos entrecerrados por el brillante sol que entraba por la ventana, cuya luz se intensificaba con el reflejo de la nieve.

-Pues creo que sí- contestó, asintiendo -.Mis primos fueron a penas hace nada, y siempre suelen ser de los últimos en llegar- rió, girando el rostro hacia él, cuando una voz se alzó tras los jóvenes.

-Señorita Prewett ¿A dónde va usted tan bien acompañada?- era una voz ronca, firme, y sin embargo trasmitía tranquilidad. Divi se paró de golpe al escuchar la voz, girando sobre sí misma antes de ir corriendo a abrazar a la figura que había detrás. Era un hombre de altura media, de cabello entrecano pese a ser realmente joven, vestido con una túnica raída, pero con una afable expresión en su rostro, maltratado por el tiempo.

-¡Remus!- exclamó la rubia, alzando la cabeza hacia él mientras el hombre la rodeaba con cuidado con sus delgados brazos, atrayéndola bien contra si, reclinándose a besar, con ternura, su frente –No sabía que ibas a venir, sino te habría traído chocolate.

-No hacía falta- rió el hombre, mirándola, entrecerrando los ojos en un tierno gesto de afecto -. Cada día te parece más a tu madre ¿eh?- puntualizó con amabilidad, mirando luego hacia el muchacho.

-¡Oh! Este es un amigo de Dumstrang, Marcus Stendhall, ya te hablé de él en mis cartas… Marcus, él es Remus Lupin, un antiguo profesor de la escuela- dijo mientras Marcus, con cuidado, se retiraba de delante de los ojos un mechón de pelo, dejando todo su rostro al descubierto, antes de hacer una cortés reverencia, que el propio Remus contestó con otra.

-Un placer, profesor Lupin- susurró Marcus, tranquilo, mientras Remus le sonreía afablemente, observándole con total atención. Su cabello tan negro, la forma de sus ojos, que le era más que familiar; la expresión de su rostro, fría, impasible, pero con algo que le recordaba a… no… no podía ser cierto.

-No me llames profesor, ya no lo soy- contestó, pasándose la mano, tranquilamente, por la barbilla -. Stendhall… ¿Tienes algún hermano más? Porque tu apellido me suena mucho.

-Posiblemente diera clase a mi hermano John- murmuró. En ese instante, Remus no solo recordó al chico nombrado, sino también dónde había escuchado el nombre de Marcus Stendhall y enseguida, su cabeza, comenzó a pensar a la velocidad del rayo.

-Sí, sí que le di clase…- contestó, casi hablando más para sí mismo que para los chicos. De repente, volvió en sí, dedicándoles una de sus amables sonrisas nuevamente antes de hablar -. Bueno, no os entretengo más que querréis ir a ver la prueba. Yo enseguida me pasaré por allí. Por cierto, Di, espero verte por casa estas Navidades.

-No te preocupes, iré a verte- asintió la rubia y, sin más dilación, Lupin salió rápidamente andando hacia la puerta de salida. Su cabeza seguía intentando poner en orden sus pensamientos y, cuantas más vueltas le daba al asunto, más probable le parecía… Tenía que hablar con Sirius cuanto antes.

Sus pasos se dirigieron a gran velocidad hacia la Casa de los Gritos. Conocía muy bien aquel lugar y la forma de acceder a él, por lo que no le fue muy difícil detener el constante balanceo del Sauce Boxeador y traspasar los oscuros callejones hasta la casa. Sabía que Sirius rondaba siempre por los alrededores, así que solo sería cuestión de minutos encontrarle. Invocó su Patronus y le envió en busca de su amigo para llevarle hasta donde él ya le esperaba.

Enseguida se oyeron las rápidas pisadas de un canino sobre la pútrida madera del piso y Remus se levantó de la desvencijada cama donde se había sentado. Por la puerta, una vez más, aparecía el enorme cánido negro, con la lengua fuera y el rabo oscilando de un lado a otro. Nada más traspasar la puerta, se dejó caer a un lado, graciosamente, quedando panza arriba mientras Lupin no dejaba de reír, acercándose a su viejo amigo. Se acuclilló a su lado y le rascó ligeramente la tripa, lo que hizo que Sirius se estirara ligeramente.

-Siempre te has desenvuelto mejor en tu forma canina ¿eh?- rió el hombre mientras Sirius tomaba su forma homínido, emitiendo un largo quejido. Con tranquilidad, se levantó, alejándose de las manos de su amigo que antes le rascaban.

-¿Acaso lo dudabas, amigo?- rió el hombre animadamente, caminando hacia el lecho, donde se sentó, mirando hacia Remus –Bien, ya que estamos en un momento tan íntimo aquí los dos solos ¿Se puede saber para qué me has llamado?

-Pues verás, hay algo que me intriga ¿Con cuantas mujeres estuviste mientras estábamos en Hogwarts?- Sirius enarcó ambas cejas, siguiendo con la mirada a su amigo, que se desplazaba hacia la ventana para mirar a través de ella.

-Hasta que di con Jess estuve con unas cuantas, sí- contestó, intrigado ¿Para eso le había hecho ir allí? ¿Para preguntarle por sus líos amorosos pasados?

-¿Había alguna apellidada Stehdhall?- se giró, tranquilamente, interrogante, mientras Sirius se rascaba la nuca, bostezando, tomándose su tiempo para contestar.

-Pueeeees sí, una mujer más mayor que yo. La conocí porque cuando entramos en primero ella estaba en último curso… La recordarás como Martha Campbell- explicó Sirius, extrañado -¿Por qué lo preguntas?

-Porque he conocido a su hijo mejor.

-¡Esa mujer es como una coneja! Cuando tuve el placer, y nunca mejor dicho, de estar con ella, ya tenía cinco varones. Creo que estaba condenado a no tener mujeres- asintió, acomodándose en la cama, como si aquello, verdaderamente, no le importase mucho -. Estuve con ella casi dos años antes de lanzarme por fin a sentar la cabeza un poco con Jessica. Ya sabes que las mujeres siempre fueron mi perdición- sonrió melancólico. En sus ojos Lupin pudo ver un atisbo de tristeza, el reflejo del dolor del amor perdido -. Pero la única mujer a la que he amado y amaré siempre ha sido Jess…- Remus le miró, en silencio, dejándole rememorar –Creo que el marido de Martha se separó poco después de estar conmigo ¿no? Anda que… menudo marido, dejarla sola con cinco niños.

-Seis, Sirius, seis, recuerda al menor- puntualizó Remus, apoyándose contra el marco de la ventana, con los brazos cruzados, mirando hacia su amigo –Sabes que a penas pasa tiempo con ella ¿verdad? Hasta rechazó la carta de Hogwarts del chico y le envió a Dumstrang para tenerle lo suficientemente lejos. Fue un escándalo muy sonado- relató mientras Sirius le miraba con atención, balanceándose de adelante hacia atrás –Ahora está en Hogwarts y ¿sabes de quién se ha hecho amigo?

-A ver, sorpréndeme- contestó, cansadamente, aburrido.

-De la hija de Jessica.

-Pues con el carácter que dicen que tiene esa niña, el tipo tiene que ser un calzonazos- rió sonoramente, echando hacia atrás la cabeza, negando después mientras miraba a su amigo –. Venga, Lunático, que nos conocemos… ¿Para qué me has soltado todo este rollo?

-Pues porque me parece curioso que precisamente los dos hijos de las dos últimas mujeres con las que estuviste se lleven tan bien siendo tan distintos- ladeó la cabeza, ligeramente, mientras Sirius dejaba de tener esa expresión traviesa en el rostro, tornándola seria -; pero más aún que el chico sea clavado a mi viejo amigo Canuto.

-Anda, anda… no digas chorradas, Lunático- rió nerviosamente, temiéndose lo peor… Si eso era una broma pesada de su amigo empezaba a gustarle menos que tener duendecillos metidos en los calzones.

-Veamos, es animago y su forma es la de un gran cánido; es moreno y tiene el mismo pelo que tú; curiosamente el marido de Martha la dejó tras quedarse embarazada,…

-A ver… a ver Remus, no… No tengo ningún hijo ¿entendido? ¡A los Black se nos reconoce enseguida!- exclamó, escandalizado, mientras se levantaba, comenzando a caminar por la sala –Ahora solo te falta decir que la pequeña mata-serpientes también es hija mia ¿No te jode?- resopló, caminando cada vez más nervioso mientras Remus enarcaba ambas cejas, en silencio –A ver, que es demasiado fácil reconocer a un…- se quedó quieto de repente, en silencio, como si le hubieran petrificado ahí mismo, pero no… no era eso.

-Bien amigo ¿Qué se te pasa ahora mismo por la cabeza?- se pasó la mano ligeramente por la nuca, desapoyándose de la pared para caminar hacia Sirius, que ni se movía… Tras unos segundos, movió lentamente la cabeza hacia su amigo, pálido como el mármol.

-Por eso declinaron la carta de Hogwarts ¿verdad? Por eso le mandaron a Dumstrang… Por eso Martha se separó… ¡Joder Remus que encaja! ¡Que ese mini-mortífago es mi hijo!- alzó los brazos, moviéndolos espasmódicamente, boqueando hasta que volvió a salirle la voz -¡Ay Remusín! ¡Qué lío! ¡Qué lío! ¡Que van a convertir a mi hijo en un mortífago en potencia! ¡Que me sé esa historia de memoria!

-Sirius, cálmate- le agarró con cuidado de los hombros y le empujó hacia la cama. Sirius se dejaba llevar cual autómata, aún con los ojos como platos, sin recuperar el color en su rostro… ¡Él! ¡El gran Sirius Black padre! –. No le van a convertir en mortífago ¿entendido? Ese muchacho tiene algo especial… Algo que me recuerda a ti.

-¡Pero Remus! De siempre los Black hemos estado ligados a las Artes Oscuras y lo sabes… ¡Que parece que no los conoces! ¿¡Y si es el siguiente señor Oscuro!? ¿Qué clase de padre habré sido?- preguntó, lastimero, mirando a su amigo.

-Sí los conozco, Sirius, y te conozco a ti- suspiró, apretando ligeramente sus hombros con las manos –. Y tú eres un Black y no estás ligado a las Artes Oscuras, al revés, luchas contra ellas… Y ese muchacho lleva tus genes ¿entiendes?

-Pero yo soy la excepción que confirma la regla, amigo- resopló, agachando un instante la cabeza, como si le hubiera caído un gran peso encima. Segundos después, alzó la mirada, suplicante, mirando a su amigo -¿Me harías un favor? ¿Lo traerías aquí para poder conocerle? Quiero verle con mis propios ojos aunque solo sea una vez… Nunca he tenido un hijo y quiero saber cómo es.

-¿Y por qué no vienes conmigo a Hogwarts? En tu forma animaga no creo que puedan hacerte anda.

-No, prefiero que venga él… Cómele la cabeza como tú sabes, Remusín- sonrió travieso, dándole una palmada en el brazo, ladeando la cabeza hacia un lado, lo que hizo que Remus asintiera, resignándose.

-Está bien, ya veré qué me invento- se incorporó, soltando a su amigo con cuidado mientras éste tomaba de nuevo su forma animaga, dando un par de vueltas sobre sí mismo hasta encontrar la postura idónea y tumbarse sobre la cama, mirando a su amigo, con las orejillas echadas hacia atrás, hasta gimiendo ligeramente -. Tú espérame aquí y no te muevas.

Una vez en los jardines, Remus encontró a Marcus bastante alejado del Sauce Boxeador, que volvía a mecerse en espera de alguna presa a la que golpear. El muchacho estaba sentado en un banco, reclinado hacia delante, hablándole a un grupo de alumnos de primero que le escuchaban en silencio, anonadados. Tranquilamente, se acercó por detrás al muchacho, para no interrumpirle en la explicación.

-Sobretodo hay que tenerlo todo lo bastante limpio para que no haya transferencia pasiva pues, una sola gota de cualquier líquido que no pertenezca a la poción, puede estropearla ¿entendéis?- preguntó, mirando a los niños, que asentían en silencio, sin dejar de mirar al muchacho –Así que ya sabéis, a partir de mañana tened todo bien limpio y veréis como las pociones no se os estropean. Además creo que el profesor Lupin estará de acuerdo conmigo- giró ligeramente la cabeza hacia Remus, que le sostuvo la mirada, asintiendo mientras le dedicaba una tranquila sonrisa.

-Así es, muchachos… Por lo que veo os habéis buscado un buen profesor… seguro que el profesor Snape no os cuenta cosas así- los muchachos negaron a la vez antes de levantarse, armando jaleo, para volver hacia el castillo tras darle las gracias a Marcus -¿Sabes? Podrías ser un buen profesor de pociones- comentó, pero el muchacho, tras levantarse, se encogió de hombros, dispuesto a marcharse –Espera… Me han mandado a decirte que hay alguien que te espera en La Casa de los Gritos… Alguien muy importante.- Dicho y hecho. Marcus tomó su forma animaga y, con total tranquilidad, comenzó a caminar al lado de Remus hacia el lugar mencionado.

No tardaron más de diez minutos en llegar a la Casa de los Gritos. Nada más traspasar el cánido la puerta, Sirius salió de entre las sombras, apuntando al muchacho con su varita, sonriendo de medio lado.

-Gracias por traérmelo, amigo- dijo Sirius, guiñándole el ojo a su amigo, acercándose hacia Marcus, que ya había tomado su forma homínida y estaba quieto, en silencio, mirando hacia aquel extraño que le amenazaba con la varita.

-Baja la varita Sirius, no seas…- pero antes de acabar la frase, Sirius lanzó un hechizo con la varita. Todo pasó muy rápido, demasiado quizá. Antes de que el encantamiento saliera siquiera de la punta de la varita, Marcus había desaparecido y estaba detrás de Sirius, varita en mano, apuntando a la nuca del hombre.

-Esto se pone interesante… ¿Has visto lo que ha hecho el chiquillo?- se giró ligeramente hacia Marcus, bajando la varita, mientras el muchacho guardaba la suya, mirando a uno y a otro, en absoluto silencio.

-Te estás comportando como un viejo loco, Sirius. Ya te dije que el muchacho es bueno, pero como siempre tienes que montar tus numeritos ¿no?- Sirius sonrió pillo a su amigo antes de girarse del todo hacia Marcus, tomándole de la barbilla para mirarle fijamente a los ojos. Si Sirius no estuviera tan demacrado por su encierro en Azkaban, serían como dos gotas de agua.

-Así que tú eres Marcus ¿eh? Pues… sí… sí te pareces, sí…- las miradas de padre e hijo se encontraron y se sostuvieron. Poco a poco, la mueca de Sirius pasó de la tranquilidad al más puro terror… Se llevó la mano al pecho, soltándole, mientras daba pasos hacia atrás, boqueando.

-Sirius ¿estás bien?- preguntó Remus, mirando extrañado a su amigo, que decía frases ininteligibles, temblando como un cachorrito asustado, sin apartar la mirada del muchacho, que se limitó a acercarse, en silencio, hacia Sirius.

-La próxima vez, señor Black, fíjese bien en a quién apunta con la varita- murmuró, sin cambiar su expresión, tan imperturbable como siempre. Un segundo más tarde, Marcus ya había traspasado las puertas, saliendo de allí mientras Sirius señalaba a la puerta, algo más recuperado, pero aún tan pálido y sudoroso como antes.

-Ese… ese… ¡Ese no es mi hijo! ¡No lo es Remus! Tú… tú… ¿Tú lo has visto?- tartamudeó, tembloroso, pasándose la mano por la frente… estaba sudando, respiraba tan fuerte que casi parecía que estaba sufriendo un ahogo.

-Sirius… Sirius, es normal que sea así… Piensa en lo que el chico…- pero no pudo continuar, porque su amigo le cortó, nervioso, agarrándose a su ropa.

-No amigo...créeme ese niño es un monstruo...se metió en mi mente y la moldeo como quiso mostrándome mi mayor temor...es como un boggart...que digo un boggart es peor que eso... ¿Te has fijado bien en el? ¡Si cae en manos de quien-tu-sabes podría ser altamente letal!- Exclamó. Remus volvió a implorarle que se calmara, que era normal aquella reacción si él le había apuntado con la varita a penas había entrado por la habitación. Y de repente, un alarido canino de dolor rompió aquella atmósfera de tensión. Sirius y Remus se levantaron de golpe y, mientras que Black se quedaba allí, quieto, Lupin salía ya corriendo por la puerta, temiéndose lo peor.

Cuando salió y vio aquello, la escena era muchísimo peor de lo que había pensado. En el suelo, tumbado, yacía el cuerpo del cánido, atravesado por un enorme virote de madera, creando en el suelo una gran mancha de sangre, color carmesí, que teñía la blanca nieve.

-¡Mierda!- exclamó, conjurando rápidamente una camilla bajo el cuerpo del cánido que, poco a poco, volvió a su forma homínida, señal de que perdía cada vez más fuerzas. Como pudo, corrió hacia el castillo, abriendo las puertas mientras hacia pasar a su lado la camilla, hacia la enfermería -¡Madame Pomfrey!- gritó, y la mujer corrió a ayudarle, metiendo el cuerpo en la enfermería, tomando de la muñeca al muchacho -¡Hay que sacarle el virote, rápido!

-Remus…- dijo la mujer, negando, mientras soltaba la mano del muchacho –lo siento, pero este chico entró aquí ya cadáver… Deberíamos avisar a Dumbledore y a Karkarov e investigar…- aquello le cayó al hombre como una lápida de mármol sobre la cabeza… No podía ser… el muchacho, el hijo de su mejor amigo muerto…

-Sí yo… yo avisaré a Dumbledore… usted vaya a buscar a Karkarov- murmuró… ¿Cómo se lo diría a su amigo? ¿Y a su ahijada? Madame Pomfrey se adelantó, saliendo de la enfermería, mientras Remus se demoraba en ir.

De repente, vio una cabecita negra asomarse por la puerta, con las orejas echadas hacia atrás. Al momento, Sirius tomó su forma humana y se acercó hacia Remus, temblando.

-Lo siento amigo… está… está muerto- murmuró Remus. Sirius sonrió de medio lado, nerviosamente, mientras negaba.

-No… no tío… Venga ¿Muerto? ¿En Hogwarts? Eso… eso es imposible… Remusín con… con eso no se juega- murmuró pese a saber que su amigo no mentía. Y justo cuando las lágrimas comenzaban a brotas de sus ojos, un desgarrador grito, tras ellos, rompió el incómodo silencio que se había instaurado.

En la puerta, Divinity, que lo había oído todo, tenía la mano sobre sus labios y los violáceos ojillos entrecerrados de dolor. Sus mejillas estaban surcadas por las lágrimas, haciéndolas brillar, mientras se tambaleaba a cada paso que daba. Sirius miró a la niña un instante y luego a Remus, el cual asintió con un leve movimiento, confirmando las sospechas de su amigo: esa era… ella era la hija de su gran amor, la misma que ahora lloraba la muerte de su amigo.

Remus alargó un brazo para cogerla antes de que pudiera llegar más lejos de donde estaban, pero la rubia, en un ataque de dolor, se zafó de la mano de su padrino y corrió hacia la camilla, tropezándose consigo misma al llegar allí, cayendo de rodillas al lado de la camilla.

-Tú no Marcus… ¡Tú no! ¡Otra vez no! ¡¡¡¡No quiero!!!!- gritaba, agarrando la mano del muchacho con las propias, llorando sobre ésta… Ahora ya no parecía tan fuerte, no parecía aquel terremoto que era capaz de despejar la Sala Común con dos gritos… Ahora era una flor, una rosa que empezaba a marchitarse antes de tiempo, que lloraba amargamente cada pétalo que el viento se llevaba. No podía creer que la vida volviera a arrebatarle algo tan valioso, su único amigo fuera de Hogwarts, la única persona a la que se había arriesgado a conocer después de Ytzria…

Sirius y Remus se miraron de nuevo y, mientras que Remus, tras hacerle una señal a su amigo para que se acercara, salió de allí, dejándoles juntos.

Casi con miedo, Sirius caminó hacia la muchacha, que lloraba y gritaba amargamente… Cada grito era tan desgarrador y terrible, que era capaz de encoger hasta el corazón del más fuerte. Con cuidado, el hombre tomó de los brazos a la hija de Jessica, a su propia hija sin saberlo, y la abrazó contra su cuerpo, posando una mano sobre su espalda y enredando la otra entre sus cabellos, uniendo su llanto al de su pequeña. Y allí, unidos por la desgracia, estaban el padre y sus dos pequeños, por primera y, posiblemente, por última vez.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Queridos lectores de este blog:
Como han visto, hay una encuesta preciosa a la dere... izq... (¿con qué mano me... lavo los dientes?) a la derecha (eso) de la página donde se pide que voten a su personaje favorito.
Hasta ahí todo bien. Se supone que este es un espacio libre y seguro que a cada uno le gusta un personaje distinto, ya que la historia cuenta con varios. Yo no obligo a votar a DIVINITY, pero como me entere de quién es el que va votando a otros, lo mataré. Pero recuerden, yo no obligo a votar a DIVINITY.
Un afectuoso saludo...
Woodrow. (Jeremiah en otras ocasiones XD)

Divinity_Black dijo...

xDDDD Dios Jere, acabas de recordarme a Kyouya-senpai con lo de "No estás obligada a quedarte aquí, Fujioka, quien nos debe 8 millones de yenes =D" XDDD Eres un mafiosillo ò.ó

Aquí que cada cual vote a quien quiera y punto, coñe, que para eso está ò.ó

Bechitoooos

Anónimo dijo...

> Dios Jere, acabas de recordarme a
> Kyouya-senpai

Naniiiiiiiiiiii? ò.ó Quien se atreve a quitarme el puesto??

Aquí la mamá soy yo! ¬¬

Salu2! ^^


PD: Divi FTW! Aunque, si a alguien no le gusta, no pasa nada. Tengo sitio de sobra en mi death note, ¿u os habíais creído que eran las cuentas del host club? Inocentes, ésas están en el ordenador, juu.

Anónimo dijo...

T_T Marcuuuuuuuuuuuuuussssssss
T_T Divi malaaaaaaaaaaaa
T_T

Profe, me das miedo >_<

Anónimo dijo...

¡Lo consegui leñes! SIIIIIIIIIIII

Por fin me tragué el blog enterito (vamos todo lo que llevas publicado, y lo que me ha costao, leñes!!!)

Pero bueno, me encanta Ytzria (es "violable" XD, ya me entiendes), me encantan los gemelos y sobre todo ese duo genial que son Sirius y su coleguita Lupin!! Y Marcus con su porte serio...

Me encanta cuando metes detalles de la saga original, porque ahí yo me situo ^^ (episodio del sombrero, episodios torneo de los tres magos y más detallinos ^^). Aparte que me encantan los follones de todos los Weasley.

De las primeras historias, me encantan todas, pero, aunque te lo dije en su momento... me encanta la primera entrada de todas de este rinconcito dedicado a mi maga favorita: Divinity.

La presentación de Sirius Black.

Ahora que ya estoy al día, podré comentartelo todo sin problemas.

I'm a Twin's fan!!!! Y de Roooon!

Nada cariño, sigue con las aventuras de la maga más adorable de todas, porque está sensacional.

ánimo y adelante, que quiero saber qué porras ha pasado con Marcus ^^